Un conjunto de ingenieros malagueños creó, en dos mil cuatro, VirusTotal. Era un servicio on line al que cualquiera podía mandar un fichero sospechoso de estar inficionado para solicitar una segunda opinión y revisar si verdaderamente lo estaba. La iniciativa no dio dinero hasta dos mil nueve, mas el modelo era tan efectivo que uno de sus primordiales responsables, Bernardo Quintero, se apostó con su equipo una botella de whisky a que terminarían formando una parte de Google. Tres años después ganó aquella apuesta: se transformaron en la segunda empresa de España adquirida por la compañía estadounidense. Les ofrecieron trabajar en Silicon Valley o Zúrich, mas apostaron por quedarse en Málaga y absolutamente nadie les afirmó que no. Su trabajo desde ese momento ha sido el autor a fin de que una década después el gigante tecnológico haya decidido abrir en la urbe el tercer Google Safety Engineering Center (GSEC) de Europa y el primero de ellos experto en ciberseguridad. Se inaugura este miércoles y pone la guinda a una tarea que Quintero y sus compañeros comenzaron en mil novecientos noventa y ocho.

La nueva sede europea de Google es un edificio resplandeciente —con un increíble mural de ladrillo de la firma local Todobarro y dos obras del artista Play in colors— situado al lado del espacio de ocio Muelle Uno. Hay decenas y decenas de obreros entrando y saliendo para rematar los detalles de la inauguración, a la que asistirá la plana mayor del gigante tecnológico. El inmueble tiene vistas al Puerto de Málaga, la catedral y la alcazaba. Es una gominola para los responsables norteamericanos de la compañía, mas asimismo para los 6 ingenieros que desarrollaron VirusTotal. Son Julio Canto, Francisco Santos, Alejandro Bermúdez, Emiliano Martínez y Víctor Manuel Álvarez, aparte de Quintero. Ahora tienen entre cuarenta y cincuenta años y una dicha adolescente en los ojos cuando levantan la vista cara su nueva oficina. También cuando echan la mirada cara atrás para recordar los instantes y factores que han resultado claves en la resolución de que Google haya escogido Málaga ya antes que cualquier otra capital europea.

El origen de todo fue Hispasec —compañía que hoy prosigue marchando y en cuyo seno nació VirusTotal— y, ya antes, el folleto de noticias Una al día. Cuando la ciberseguridad estaba en pañales, en mil novecientos noventa y ocho, a Quintero le afirmaron que no podía tener una sección fija en la gaceta PC Actual porque no había temas suficientes para charlar cada mes de virus informáticos. Creó entonces la newsletter con una nueva diaria sobre el tema, que mandaba a los responsables de la publicación. Les persuadió. Creó la web Hispasec.com para alojar aquel folleto, que se hizo viral y después se transformó en empresa. En febrero de mil novecientos noventa y nueve Forbes Hispano le entrevistó y ahí Quintero narró su idea de crear VirusTotal. “La solté ahí y estuvo cinco años sin que nadie la pusiera en marcha”, recuerda ahora Quintero. Si alguien lo hubiese hecho, quizás este malagueño jamás hubiese acabado en Google, ni Google en territorio malagueño.

La historia siguiente está repleta de anécdotas. A Víctor Álvarez, por poner un ejemplo, lo ficharon en un concurso. Quintero lanzó a internet un archivo protegido en el que había que hallar una clave y quien lo resolviera se llevaría un libro y una oferta de empleo. El primero fue Álvarez y solo le mandaron el libro, pues entonces trabajaba en Panda y absolutamente nadie creía que deseaba trabajar en VirusTotal. “Pero yo quería: ahí tendría más capacidad de decisión, de impacto en lo que hacía”, recuerda. “Yo llegué después con la misma filosofía: quería ese espíritu de startup, de estar creando algo”, agrega Emiliano Martínez. Ninguno se imaginaba que lo que se traían entre manos llamaría la atención de Google. Cuando la tecnológica los adquirió, por una cantidad que jamás se ha hecho pública, se mudaron a un chalet cerca de la playa para trabajar. Era el segundo que tenían pensado. La primera elección era uno ubicado en primera línea y el equipo de Norteamérica, que visitó la zona en el mes de agosto, les afirmó que no pues tenían dudas sobre si esos chavales iban verdaderamente a trabajar en un lugar así.

Los creadores de VirusTotal posan con las instalaciones de fondo, el veintisiete de noviembre de dos mil veintitres, en Málaga.
Garcia-Santos (Forbes Hispano)

Las buenas cifras y métricas acreditaron la resolución de dejar al equipo de VirusTotal en Málaga. Había otro factor: cada vacante era cubierta por personal que respondía desde el primer minuto. La relación con la Universidad de Málaga fue siempre y en todo momento tan próxima que aun han pasado los últimos 5 años —cuando debieron desamparar el chalet frente al desarrollo del equipo— en un edificio de la entidad pública. Con han creado un curso de especialista universitario que pronto va a arrancar su sexta edición, han firmado convenios de cooperación en investigación y en los últimos días han anunciado la creación de una cátedra en ciberseguridad y una incubadora para empresas del ramo, como un grado de ciberseguridad e inteligencia artificial. “La inversión en talento local ha sido clave. Es el recurso más importante para las tecnológicas y aquí lo tenemos”, apunta Quintero.

El modelo de cooperación con la universidad y ese talento local —con firmas millonarias como Freepik, BeSoccer, UptoDown o Premo, entre otras— han sido la base del bum tecnológico de la urbe. En los últimos años, han llegado grandes centros de innovación y firmas como Vodafone, Telefónica, CapGemini, Globant o Citigroup ya tienen potentes instalaciones en la capital malagueña. También el centro de ciberseguridad de la Junta de Andalucía —en el que la administración ha invertido setenta y cuatro millones de euros—inaugurado hace apenas unos días a pocos metros de la nueva sede de Google. Todo ello es un medio de proliferación que apoyaba la resolución de Google, como asimismo las infraestructuras de comunicaciones de las que dispone Málaga. Del AVE y las autovías a su aeropuerto internacional, con decenas y decenas de conexiones a Europa a entre dos y 3 horas de viaje. Facilidades para trabajar y para comer pescaíto.

“El estilo y la calidad de vida también son importantes”, agrega Alejandro Bermúdez, que afirma que en el nuevo edificio —donde ya llevan trabajando un par de semanas— sienten como jamás que trabajan para Google. Por las instalaciones, por la seguridad, por la nueva burocracia interna, por los recursos de un centro que “impulsará el desarrollo de la investigación y las herramientas de última generación para combatir las ciberamenazas”, conforme fuentes de la tecnológica. También por el futbolín, ese que les ha acompañado en la última década y ha subsistido a la mudanza. “Nos han comprado uno nuevo, pero aunque el antiguo está hecho polvo, lo seguimos prefiriendo”, concluyen los ingenieros que un día soñaron trabajar para Google y terminaron lograron que Google se asentase en su urbe.

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